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La caza de la bruja

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En Chiapas, San Cristóbal de las Casas, el cementerio es un atractivo turístico peculiar. Sobresalen los llamativos colores y decoraciones alegres, excepto por la tumba de Enedina Garcia (1876 - 1900), la llamada “Tumba de las Sirenas”, de mayor antigüedad entre todas las tumbas. Se destaca por su deterioro, falta de colores, las pocas ofrendas de plástico que la rodean, las figuras de sirenas que el tiempo rompió y, sobre todo, un cartel al lado que reza: “Quien sea sorprendido haciendo actos de brujería será consignado ante las autoridades”. El mausoleo de Enedina luce sus cuatro sirenas con los brazos abiertos y el torso desnudo en la cúspide del monumento histórico, con estructura antigua, de adobe y bajareque. La tumba más emblemática del colorido cementerio se ve apagada, solitaria.

¿La razón? Cuenta la leyenda urbana narrada por los viejos coletos, (como suelen llamarles a los/as habitantes de San Cristóbal de las Casas), que Enedina poseía una gran fortuna derivada de trabajos realizados como bruja. Cuando falleció, a sus jóvenes 24 años, fue sepultada de pie con todos sus bienes ya que la sociedad consideraba que su riqueza provenía de un fraude y sus familiares serían perseguidos en caso de conservar. Según las versiones locales el dinero fue puesto a su lado derecho, y a quien intentará sustraerlo le caería una maldición. La tumba tiene sirenas en lo alto como simbolismo de sabiduría, y las y los habitantes temen que cuando la última sirena se termine de derrumbar, se liberara el espíritu de Enedina, buscando un alma que le permita habitar su consuelo… y por lo visto no falta poco. “Doña Enedina” era conocida así desde sus 11 años, gracias al gran respeto que ganó por ejercer “magia blanca'', y contar con una madre y abuela brujas en su familia. 

El caso más famoso es el de Romina Piña Cruz, una señora de allí que asegura que la bruja salvó de la muerte a su abuela Aurora Cruz cuando Romina era niña. La abuela padecía un dolor muy fuerte y fue curada por Enedina en una hora, por lo que los padres de esa niña acudían todos los años a llevarle ofrendas. Cuando murió la bruja, la tradición de la familia de Aurora Cruz trascendió, por lo que, actualmente siguen visitando la Tumba de las Sirenas con ofrendas. 

Alrededor de la tumba de Enedina, es común que acuda gente a realizar actos de brujería como la decapitación de pollos negros, encender velas y una variada cantidad de ritos locales (lo cual ya se encuentra prohibido por la Administración del Panteón). Enedina falleció por una pulmonía según su acta de defunción, resguardada por el Consejo Municipal de la Crónica. El Consejo desmiente que ella haya sido una bruja, y comenta que a la gente le gusta creer en “cuestiones sobrenaturales”, ofreciendo su versión, la “original”. Los/as poblanos/as y turistas que caminamos allí nos preguntamos si no será solo una versión para resguardar este patrimonio histórico repleto de misterios.

La caza de la bruja. Desde el consejo desmienten el título puesto por mandato popular, y narran que simplemente, o no tan simplemente, era una persona humilde con conocimientos de herbolaria, que ayudaba gente con dolores, a personas a parir, y, extrañamente comentan que “era muy hermosa, que seguramente por eso la visitaban, que generó envidia en las mujeres”. ¿Qué significan las sirenas? simplemente “le gustaban”. Aún no queda claro quienes son los cazadores de la bruja de esta historia. 

Entendemos el punto, pero la despersonalización de este gran mito popular nos parece aburrida. Cuando Enedina falleció mucha gente acudió a su tumba en agradecimiento por su entrega incesante, y siguen haciéndolo hoy. Elegimos creer.

 

Fuente:

 

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